Cuando era buena, era muy, muy buena… Cuando era mala, era aún mejor…
Marianne estaba acostumbrada a no arriesgarse, pero al llegar a aquella nueva ciudad con una identidad nueva, de pronto las reglas dejaron de importar. Nada más ver a Oz sobre el escenario de aquella subasta benéfica, supo que debía hacerlo suyo… era alto, malo y montaba una moto magnífica. No podría ser más diferente a la vida ...