Estar dentro de una fortaleza de cristal y darse cuenta de que los muros empiezan a resquebrajarse. Ser conscientes durante unos segundos, sentir la fragilidad provocada por la sacudida y seguir bailando. O empezar a bailar para espantar el miedo, para negar la insoportable sensación de vulnerabilidad.
Los relatos que componen este libro giran en torno a esa sensación con el mismo ritmo recurrente...