Iana Duncan no tenía motivos para confiar en nadie.
Después de haber sufrido una pesadilla de matrimonio, al quedarse viuda Iana juró no volver a dejar su futuro en manos de un hombre. Pero había alguien, Henri Gillet, heredero de la dinastía Trouville, que había despertado sus deseos más ocultos... y había puesto en peligro su decisión de alejarse del género masculino. Para Henri Gillet el amor e...