Nadie está a salvo de perderlo todo. Ildefonso Artiles puede dar fe de ello. De buena familia, felizmente casado, padre de dos hijos, ejemplar profesor de historia en un colegio privado, el paro lo arrastra al alcohol; el alcohol, a la calle, y la calle, a la desaparición. Metafórica, primero; real, después: su rastro parece haberse borrado de las aceras de Las Palmas, que se habían convertido en ...